Mordiente

Agarrarse a la carne y a la tierra,
Con los dientes más blancos,
Y los dedos más suaves.

Morder la hierba verde,
Los cuerpos, tibios,
Porque estoy sola.
Ante el último sol
Del crepúsculo frío.

Sólo hay silencio
En las nubes que corren;
Signos que dan la espalda.
Y nadie escucha,
Los pasos vacíos sobre la tierra sorda.

Comentarios

Rafael Arenas García ha dicho que…
Siento caer en el tópico, pero se me ha encogido el corazón al leer este poema tuyo. Me he llenado de tristeza.

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