La cornisa
Desde la cornisa
miraste un segundo
hacia abajo
y no debías.
Que el suelo existe
y eres frágil
no hacía falta
recordarlo,
pero las leyes de la
supervivencia
alzan su empalizada
para retenerte,
mujer sin alas.
Basta un segundo
para volver atrás,
temblar y protegerse.
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