Apatía

No hay motivo
para acaparar el centro
de la escena,
como siempre lo juicioso
es conformarse
con el papel secundario,
que tan bien se adapta
a nuestra piel.
Pero la presión de mil atmósferas
de tantos días, iguales sobre el cuerpo,
amenaza con transformar la carne
en goma espuma.

Esperaba la noche para huir:
el paisaje se abre
a sólo cincuenta kilómetros
de su casa,
y una ráfaga de frescor,
desde la tierra,
le devuelve al encanto de la vida.

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