El cauce seco
Se tumbó en el sofá,
entre pañuelos
para llorar su ausencia,
pero tenía el corazón
demasiado frío.
Sólo el dedo escrutador
del abandono le dolía,
como el viento que abrasa
un cauce seco.
entre pañuelos
para llorar su ausencia,
pero tenía el corazón
demasiado frío.
Sólo el dedo escrutador
del abandono le dolía,
como el viento que abrasa
un cauce seco.
Comentarios
Se guardó su llanto desesperado durante días, hasta formar un lago putefracto que flotaba entre el esternón y la médula espinal. Cuando quiso llorar ya no pudo. Se ahogó en su propia ciénaga.
Tremendo poema el tuyo, como casi todos los tuyos. Un placer leerte siempre.
Te felicito
Lydia Raquel Pistagnesi_ Argentina