Tardes de enero
Hay tardes de enero
raras,
que tienen cuerpo
y te llevan con ellas,
son las mismas
que antes
creía que eran nuestras.
Después vinieron más:
las guardé
en el cajón
de las tardes de enero,
iguales casi siempre
y ya no mías;
las dejaba morir
por la ventana.
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