Piedras

Cuantos meses para saber
que pasara lo que pasara
no fue mía la culpa.
Tampoco de ti,
la culpa es una piedra redonda,
fácil de arrojar al vacío.
No hubo culpa
sino el desnivel fatal
del fondo del océano,
que no puede salvarse
con lágrimas,
pero sí con brazos
ágiles que nadan

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