Sin concesiones
Así de limpio,
como partir en dos
un pan de miga blanca.
No es posible escapar
del sol de agosto,
que desnuda imperfecto
el cuerpo en una acera.
Ni tampoco encontrar
al mediodía,
una sombra tranquila y confidente,
donde ofrecerle a dios
una copa de vino.
Redondas y perfectas,
en tapiz de billar descolorido
rebotan las palabras,
ruedan, pasan.
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