Morir, dormir...

El cansancio ha devorado
tu apostura,
como un insecto leve y silencioso.

Forma eres,
no más que una cáscara hueca
de la que se ha vertido
hasta la última gota.

Morir debe ser eso:
arrebatada el alma por los brazos del sueño,
deshabitar el cuerpo.

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