Infame
Era infame engañar
tu confianza,
tu crédulo abandono
en unos brazos blancos,
sin nervios ni músculos,
brazos como la nieve,
que te empapan,
hasta dejar pegada el alma
a tu camisa.
Pero tú has recorrido
muchas veces
el trayecto del sol,
y sabías ya de infamias
y de juegos.
Lo sabías, ¿Verdad?
Y lo aceptabas,
como una posibilidad
sobre la que nunca escribiríamos
Comentarios
Besos
Aguda, siempre te muestras aguda, querida Susana.