Apostilla

¿De qué soledad hablas,
Gabo?
De la calle desierta
del domingo, donde el sueño
y la carne
se pudren a la misma
temperatura

¿No es igual a la
mía,
acomodada con prisa
en el vagón del metro?
No veo mariposas,
en el aire sagrado
de mi casa
entre música y libros.

Prestamos soledad
a los Buendía,
la devuelven con flores

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