Monólogo aburrido
Otra vez en la calle de semáforos rojos
el relámpago rosa,
que recorre las nubes
como una niña inquieta
que enseña sus enaguas.
Le mando un beso y sigo;
un día reluciente y sin sorpresas,
quizás algún atasco a la entrada del túnel
mientras que Henry Purcell
viste mi velocidad
con traje melancólico.
Los árboles risueños tienen hojas de otoño,
la ciudad queda lejos
y mi tiempo es pequeño
y voy en coche
y el horizonte acaba
a diez kilómetros
con el placer sensato
del trabajo bien hecho.
Las sorpresas estallan en el aire
y yo cierro los labios,
que la brisa no sepa,
que las hojas no sepan,
que la tierra no sepa,
que he lanzado mi queja
contra el cielo infinito
Comentarios
Me cuesta digerir tus últimos poemas, porque se clavan y hieren y a veces uno no quiere ver.
Pero también se comparte el lado mas "jondo" de la vida.
Y eso es indispensable
Una hermosa forma de recrearnos el otoño.
Un beso.
Soledad.